ALMA DESNUDA
Soy un alma desnuda en estos versos, Alma desnuda que angustiada y sola Va dejando sus pétalos dispersos.
Alma que puede ser una amapola, Que puede ser un lirio, una violeta, Un peñasco, una selva y una ola.
Alma que como el viento vaga inquieta Y ruge cuando está sobre los mares, Y duerme dulcemente en una grieta.
Alma que adora sobre sus altares, Dioses que no se bajan a cegarla; Alma que no conoce valladares.
Alma que fuera fácil dominarla Con sólo un corazón que se partiera Para en su sangre cálida regarla.
Alma que cuando está en la primavera Dice al invierno que demora: vuelve, Caiga tu nieve sobre la pradera.
Alma que cuando nieva se disuelve En tristezas, clamando por las rosas(*) con que la primavera nos envuelve.
Alma que a ratos suelta mariposas A campo abierto, sin fijar distancia, Y les dice: libad sobre las cosas.
Alma que ha de morir de una fragancia De un suspiro, de un verso en que se ruega, Sin perder, a poderlo, su elegancia.
Alma que nada sabe y todo niega Y negando lo bueno el bien propicia Porque es negando como más se entrega.
Alma que suele haber como delicia Palpar las almas, despreciar la huella, Y sentir en la mano una caricia.
Alma que siempre disconforme de ella, Como los vientos vaga, corre y gira; Alma que sangra y sin cesar delira Por ser el buque en marcha de la estrella.
VIAJE
Hoy me mira la luna blanca y desmesurada.
Es la misma de anoche, la misma de mañana.
Pero es otra, que nunca fue tan grande y tan pálida.
Tiemblo como las luces tiemblan sobre las aguas.
Tiemblo como en los ojos suelen temblar las lágrimas.
Tiemblo como en las carnes sabe temblar el alma.
¡Oh! la luna ha movido sus dos labios de plata.
¡Oh! la luna me ha dicho las tres viejas palabras:
«Muerte, amor y misterio...» ¡Oh, mis carnes se acaban!
Sobre las carnes muertas alma mía se enarca.
Alma —gato nocturno— sobre la luna salta.
Va por los cielos largos triste y acurrucada.
Va por los cielos largos sobre la luna blanca.
DOS PALABRAS
Esta noche al oído me has dicho dos palabras Comunes. Dos palabras cansadas De ser dichas. Palabras Que de viejas son nuevas.
Dos palabras tan dulces que la luna que andaba Filtrando entre las ramas Se detuvo en mi boca. Tan dulces dos palabras Que una hormiga pasea por mi cuello y no intento Moverme para echarla.
Tan dulces dos palabras —Que digo sin quererlo— ¡oh, qué bella, la vida!— Tan dulces y tan mansas Que aceites olorosos sobre el cuerpo derraman.
Tan dulces y tan bellas Que nerviosos, mis dedos, Se mueven hacia el cielo imitando tijeras. Oh, mis dedos quisieran Cortar estrellas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario