martes, 10 de marzo de 2009

Poemas de Sor Juana de la Cruz


PROSIGUE EL MISMO ASUNTO, Y DETERMINA QUE PREVALEZCA LA RAZÓN CONTRA EL GUSTO


Al que ingrato me deja, busco amante; al que amante me sigue, dejo ingrata; constante adoro a quien mi amor maltrata; maltrato a quien mi amor busca constante.
Al que trato de amor, hallo diamante, y soy diamante al que de amor me trata; triunfante quiero ver al que me mata, y mato al que me quiere ver triunfante.
Si a éste pago, padece mi deseo; si ruego a aquél, mi pundonor enojo: de entrambos modos infeliz me veo.
Pero yo, por mejor partido, escojo de quien no quiero, ser violento empleo, que, de quien no me quiere, vil despojo.


QUE CONSUELA A UN CELOSO EPILOGANDO LA SERIE DE LOS AMORES



Amor empieza por desasosiego, solicitud, ardores y desvelos; crece con riesgos, lances y recelos; susténtase de llantos y de ruego.
Doctrínanle tibiezas y despego, conserva el ser entre engañosos velos, hasta que con agravios o con celos apaga con sus lágrimas su fuego.
Su principio, su medio y fin es éste: ¿pues por qué, Alcino, sientes el desvío de Celia, que otro tiempo bien te quiso?


DE AMOR, PUESTO ANTES EN SUJETO INDIGNO, ES ENMIENDA BLASONAR DEL ARREPENTIMIENTO


Cuando mi error y tu vileza veo, contemplo, Silvio, de mi amor errado, cuán grave es la malicia del pecado, cuán violenta la fuerza de un deseo.
A mi misma memoria apenas creo que pudiese caber en mi cuidado la última línea de lo despreciado, el término final de un mal empleo.
Yo bien quisiera, cuando llego a verte, viendo mi infame amor poder negarlo; mas luego la razón justa me advierte
que sólo me remedia en publicarlo; porque del gran delito de quererte sólo es bastante pena confesarlo.
¿Qué razón hay de que dolor te cueste? Pues no te engañó amor, Alcino mío, sino que llegó el término preciso.


CONTINÚA EL MISMO ASUNTO Y AUN LE EXPRESA CON MÁS VIVA ELEGANCIA


Feliciano me adora y le aborrezco; Lisardo me aborrece y yo le adoro; por quien no me apetece ingrato, lloro, y al que me llora tierno, no apetezco:
a quien más me desdora, el alma ofrezco; a quien me ofrece víctimas, desdoro; desprecio al que enriquece mi decoro y al que le hace desprecios enriquezco;
si con mi ofensa al uno reconvengo, me reconviene el otro a mí ofendido y al padecer de todos modos vengo;
pues ambos atormentan mi sentido; aquéste con pedir lo que no tengo y aquél con no tener lo que le pido.

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